Decía Jacinto Benavente que en cuestión de árboles genealógicos, es más seguro andarse por las ramas que atenerse a las raíces. Los valencianos -algo más lacónicos y en un sentido más amplio-, suelen decir que “toda piedra, hace pared”.
Estas dos ideas no paran de rondarme en la cabeza, así es que después de rastrear en diferentes organismos y viendo que no avanzo mucho con las solicitudes a las parroquias de Italia, decido darle un respiro a Vincenzo, cambiar de aires y llevar a la práctica esta sugerencia y la de la sabiduría popular valenciana.
Una de las incógnitas que tenía por desvelar, surgió al cotejar los datos de la partida de matrimonio de mis bisabuelos y es curioso, porque a menudo no reparamos en los testigos que nuestros ancestros han elegido para acompañarles en sus acontecimientos vitales importantes y que por ende, aparecen en los documentos “para darnos pistas”, alentándonos a continuar.
En el caso de Vincenzo y Regina, estas personas fueron Juan Bombelli, su esposa Cayetana Malnati y Fabio Binaghi. Cayetana resultó ser hermana de Regina, Juan el marido de Cayetana y Fabio, el cuñado de ambos.
Además de la relación de parentesco que les unía, los documentos nos desvelan otro grado de afinidad: Juan y Cayetana eran de Venegono Superiore y Fabio de Vedano Olona, una comuna vecina, distante a poco menos de 3 Km del pueblecito de mi bisabuela. Coincide además que “en la otra orilla”, las reseñas históricas nos cuentan que Fabio fue otro de los pioneros que participó en la fundación de Las Toscas, junto al avezado Gaspar Kaufmann (hermano de mi tatarabuela Salomé) y el otro de mis tatarabuelos, Pablo Mascazzini.
Y otra peculiaridad que pronto descubriré: prácticamente todos los apellidos que se mencionan en las reseñas... ¡acabarán incorporándose al árbol genealógico y vinculándose entre sí!
Gracias a los recursos con los que contamos en la actualidad, encuentro la mención de un libro publicado en el año 2000 titulado “Tras las huellas de la Familia Binaghi”, de Luis Alberto Binaghi. Su autor (a raíz de un acontecimiento familiar en el que varios primos se propusieron reunir a todos los descendientes de la familia en una fiesta) publica el resultado de las investigaciones que realizó, a las que les dedicó un año y le obligó a viajar por todo el país. Finalmente consigo contactarle y en paralelo (a través de Facebook), me relaciono con otros apellidos de la zona contenidos en el árbol, que como era de esperar, también resultaron ser descendientes de estos primeros pobladores.
Lo sorprendente de esta experiencia no fue solo conectar con personas con las que tenemos “afinidad genealógica”, coincide además que en mayor o menor grado, todos estamos relacionados por vínculos familiares y por el amor hacia los que nos precedieron. El resultado inmediato (más de 4000 registros a día de hoy) es el rescate de muchas personas que pueden conectarnos con el recuerdo de los mayores y también con otros buscadores que pueden ayudarnos a comprender esos vínculos y a desvelar las historias que ellos nos dejaron: ¡esto es pura sinergia!
Más allá de los datos cronológicos que de por si son muy útiles porque nos sirven para situarlos en un contexto histórico o contribuir con el propósito de localizar a un determinado ancestro, lo verdaderamente interesante es poder conocer esas historias de desarraigos, ilusiones y afán de superación que ellos protagonizaron: esa voz que también es nuestra, porque nosotros “somos”, gracias a que ellos “fueron”.
Y en este camino de encuentros, desencuentros y reencuentros, resulta muy alentador sentirse tan arropada por todos aquellos que de la mano de sus descendientes, se han manifestado.